lunes, 9 de febrero de 2009

EL PROBLEMA DEL VALOR CUALITATIVO

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Introducción
Marx realiza un análisis de la teoría económica que no debe confundirse con el estudio de la teoría clásica. Adam Smith liga de un modo completo el avance tecnológico y el aumento de la productividad a la división del trabajo. Esta división del trabajo es fruto de la propensión natural del ser humano al cambio, al trueque. La producción de mercancías tiene sus raíces en la naturaleza humana, la ciencia económica en la ciencia de la producción. Marx, en su caso, no concibe una relación tan directa entre el cambio y la división del trabajo, comprende que no es más que una de las distintas formas en las que puede presentarse la economía.
Aquí aparece la diferencia entre una economía de valores cuantitativos (Smith) y mezcla de cuantitativos y cualitativos (Marx), ya que introduce las distintas relaciones entre productores como elemento del cambio.

Valor de uso
Marx excluye el valor de uso de la economía política al concebirlo como fuera de la relación social. Esta idea es diametralmente opuesta a la consideración de la teoría económica moderna, que como introduce Lionel Robbins: “Consideramos como una serie de relaciones interdependientes aunque conceptualmente discretas entre hombre y bienes económicos”. Marx simplemente renunció a desarrollar una teoría subjetiva de valor.

Valor de cambio
En una sociedad donde el valor social de los productos se mide por su valor de cambio, nos preguntamos cuál es la razón por la que debe considerarse una relación social. La respuesta es la clave de la teoría de valor de Marx. Concibe que en realidad, las distintas producciones de mercancías realizadas de manera individual no sean más que fruto de una red común. Lo que halla expresión es que se trata de mercancías producidas por trabajo humano. El concepto de valor de cambio se aplica sólo “cuando las mercancías están presentes en plural”, mientras que una mercancía es un simple valor.
La mercancía, como valor de uso es un rasgo presente en todas las formas de la condición humana pero como valor, una mercancía es un rasgo de una forma histórica concreta con unas características específicas: división del trabajo desarrollada y producción privada.

Trabajo y valor
La razón de que Marx identifique que todas las categorías económicas deben representar relaciones sociales provoca que el trabajo se encuentre detrás del valor de cambio. El trabajo tiene dos aspectos, uno correspondiente al valor de uso y otro al valor de la mercancía que produce. El trabajo útil es el trabajo representado por el valor de uso y el valor de una mercancía representa el gasto de trabajo humano en general.
Marx dice que el trabajo es la sustancia del valor, considerándolo como algo abstracto. Todo trabajo es gasto de fuerza humana, y eso es lo que da el valor de uso a una mercancía.

Trabajo Abstracto
El trabajo abstracto ocupa un lugar importante en la teoría de Marx, pero no es sencillo de comprender. La característica de ser abstracto no se refiere a ser oculto o subjetivo, sino a que se olvida de los distintos tipos de trabajos y se refiere al TRABAJO en general. Marx no es el primero en concebir el trabajo con esa idea, ya Benjamin Franklin lo dictó de esa manera. Por su parte, Smith definió el trabajo en general como la actividad productora de riqueza. Por tanto, Marx partió de una idea de la teoría clásica y la adaptó.
Esta abstracción no es, pues, una arbitrariedad del autor. Como indica Lukacs, una abstracción “pertenece a la esencia del capitalismo”. La sociedad capitalista se caracteriza por una movilidad en el trabajo alto, no sólo de lugar, sino de puesto, sin especialización. Así, las distintas formas de trabajo vienen a ser algo secundario en el sistema económico. Lo importante es el volumen total de trabajo, lo que determina la fuerza de la sociedad productiva. La utilización de la fuerza de trabajo social varía en función del cambio de las necesidades sociales. Esta visión deja al capitalismo como el sistema que más capacidad de movilidad y flexibilidad produce en la sociedad.

La relación de lo cuantitativo con lo cualitativo en la teoría del valor

Una mercancía parece, en sí misma, un objeto elaborado. Pero lo que encierra es la materialización de trabajo abstracto, ha absorbido parte de la fuerza de trabajo total. Parece, por tanto, que tiene poco que ver con el análisis cuantitativo, pero en realidad para llegar al análisis cuantitativo hace falta entender el valor cualitativo.
La teoría ortodoxa utiliza el análisis cuantitativo para determinar el valor de cambio de los productos. Pero si medimos el producto en función del tiempo utilizado, la significación del valor como medida cuantitativa toma forma. Para Marx “La magnitud del valor expresa... la conexión que existe entre cierto artículo y la parte del tiempo total de trabajo de la sociedad que se requiere para producirlo.” La tarea central de la teoría del valor cuantitativo surge de esta definición del valor como magnitud.

El carácter fetichista de las mercancías
Nuestro análisis de las mercancías nos ha conducido a ver en el valor de cambio una relación entre productores y en la mercancía, una parte del trabajo individual del trabajador como parte del total. Marx, en su doctrina del Fetichismo de la Mercancía fue el primero en percibir el hecho de que debajo de las formas de organización social está la sustancia de las relaciones sociales. En la producción de mercancías la relación básica entre los hombres “adopta, a sus ojos, la fantástica forma de una relación entre las cosas” (según Marx).

Sólo desde los siglos XVII y XVIII podemos encontrar esta mercantilización de las relaciones sociales. Para llegar a este punto, el volumen de producción debe ser alto. El momento es en el que la gente negocia los precios, todo tiene valor, todo es cambiable. La mercancía rige a los productores. Una vez independiente el mundo de las mercancías, el orden social se convierte en una expresión desvirtuada y sin lugar. Sólo están ellos. Las consecuencias, vastas y profundas.
La introducción de métodos de las ciencias naturales en las ciencias sociales es un ejemplo del cambio de concepción de las relaciones sociales. Los Fisiócratas franceses y la doctrina clásica inglesa, partidarios del laissez-faire como política económica, ahonda en la profunda creencia en el carácter impersonal y automático del orden económico.

La materialización de las relaciones sociales ha ejercido una profunda influencia en el pensamiento económico tradicional, al menos en dos aspectos importantes. El primero es haber considerado las categorías de la economía capitalista como las únicas válidas. Esto sería inhabilitar las concepciones anteriores, correctas en su contexto histórico, y sólo concebirlas como modelos erróneos. Se conduce a taxonomía ahistórica y estéril. El segundo, la atribución de poder independiente a las cosas no es en ninguna más clara que en la división tradicional de los “factores de producción” en tierra, trabajo y capital.

Ricardo consiguió introducir una concepción racional de las relaciones de producción capitalistas pero ni él, ni sus seguidores (que se envolvieron en sí mismos y se cubrieron de un velo de imaginación) llegaron tan lejos como los críticos de mediados y finales del siglo XIX.

Apartándose de la economía política en sentido estricto, la forma de producción de mercancías es un velo impecable para tapar la verdadera intención de la sociedad capitalista. Todos parecen en igualdad de condiciones, pero el obrero no observa como se encuentra en inferioridad ante el monopolio de los medios de producción y, en realidad, explotado por otros. Todo se mantiene estable mientras el salario recibido por la mano de obra sea satisfactorio para el trabajador.
Esta apariencia se mantiene por la superestructura de los principios éticos y legales que sirven para justificar el orden existente y para regular la conducta de los hombres hacia él.

Sólo con un análisis crítico se pueden encontrar las relaciones subyacentes de hombre a hombre. La doctrina del Fetichismo tiene condiciones que rebasan ampliamente los límites de la economía política y del pensamiento económico. Un sistema social que tiene dominio sobre el hombre lo educa hasta un punto en que es capaz de controlar su propio destino. Al mismo tiempo, le impide advertir los medios de ejercer el poder que está a su alcance, y desvía de más en más sus energías por cauces puramente destructivos.

El primer paso
En toda sociedad es esencial que el trabajo se aplique a la producción y que los productos se distribuyan entre la sociedad. El valor de cambio de los productos es un aspecto importante, descubrir las características de estas leyes en las relaciones sociales y consciencia social fue la labor que realizamos en el capítulo dedicado al valor cualitativo. En este tema tratamos de descubrir la relación entre las proporciones de mercancías que necesita la sociedad y el tiempo de trabajo total que se gasta en producirlas.

Marx concibe que esa relación es exacta.
Así a productos de igual tiempo de producción igual valor. Pero hay que introducir dos matizaciones. La primera es que no hay que discriminar al hábil e igualarlo en condición al inhábil. La segunda es comparar el trabajo cualificado con el trabajo simple. El trabajo cualificado se considera como trabajo simple intensificado. En este punto hay que separar entre el trabajador cualificado por ser habilidoso o el trabajador cualificado entrenado, el que debe mucho a sus maestros. Al final, esa calificación se realiza a espaldas de los productores, condicionado por la costumbre más que por la realidad.
Los críticos mantienen que a mayor cualificación el valor se deduce mayor en el producto. Pero, como se ha visto, puede ser engañoso.
Siguiendo con la reducción de trabajo cualificado a simple, Marx realiza una abstracción pertinente en el sentido del término, al igual que muchos economistas modernos, como Hicks.

El papel de la competencia
Las condiciones de cambio se pueden asimilar a las de tiempo en función del ejemplo del ciervo y el castor de Smith y Ricardo. Éste decía que si un castor se tarda en cazar dos horas y un ciervo una, lo lógico es que el primero valga el doble del segundo. Otro valor desvirtuaría el mercado, haciendo uno inviable o vacío de incentivo.

Para producirse el libre mercado, deben producirse dos circunstancias: que haya libertad para escoger entre cazar un ciervo o un castor y que no haya obstáculos en el cambio. Por lo tanto, la teoría de la determinación de los precios por la oferta y la demanda concurrentes forma parte de la teoría basada en el trabajo. Al final, como indica en Valor, precio y ganancia, “En el momento en que oferta y demanda se equilibran mudamente, y, por lo mismo, cesan de actuar, el precio de mercado de una mercancía coincide con su valor real.”

El papel de la demanda
A Marx se le acusa de no haber dado importancia a la demanda. Es cierto, pero en los términos que lo utiliza, como mero margen de proporción siguiendo con el ejemplo del ciervo y el castor, no es un papel de determinación en los equilibrios. Ahora bien, si la teoría de los valores cuantitativos se amplía al estudio de la asignación de la fuerza de trabajo, no sólo del cambio de productos, si debemos tener en cuenta la demanda. Así el producto mayor consumido tendrá más demanda agregada que en menos consumido.
Es necesario conocer dos clases de informaciones, la información sobre el costo relativo en trabajo y la información sobre la intensidad relativa de la demanda de uno y otro. Así se alcanzará un equilibrio.

Hay que culpar a Marx de que no trabajara en el camino de contemporáneos como Jevons, Walras o Menger en la elaboración de una teoría de los consumidores, y no lo hizo por dos razones principales: la primera es que la demanda social está condicionada por las relaciones sociales más que por las propias necesidades primarias, la demanda del mercado está dominada por la distribución del ingreso. El segundo factor a tener en cuenta es que el autor subrayó que lo importante era el cambio social, “El Capital” investiga la ley económica del movimiento de la sociedad moderna. En la medida de que las necesidades no surgen de requerimientos biológicos y físicos elementales, nos interesa asumir que los factores subjetivos tienen un peso importante pasivo en el proceso de cambio si queremos compartir la idea de Marx. El propio Schumpeter admite que para los problemas en que está interesado la teoría de la opción de los consumidores es poco o nada pertinente. Actualmente, sólo los keynesianos hablan ex profeso en su “teoría pura”.

Ley de valor” vs. “Principio de planeación”
Lo que Marx llamaba “la ley del valor” resume las fuerzas actuantes en una sociedad productora de mercancías, que regula: a) las proporciones del cambio de mercancías, b) la cantidad producida de cada una, y c) la asignación de la fuerza de trabajo a las diferentes ramas de la producción. La principal condición para la existencia de tal ley es una sociedad de productores privados que satisfagan sus necesidades por el cambio entre ellos. La ley del valor es una teoría de equilibrio general desarrollada en primer término con referencia a la producción simple de mercancías y adaptada después al capitalismo. En una sociedad, a pesar de no estar centralizado el mercado, reina el orden y no el caos.

El valor y el precio de producción
El precio es tan sólo la expresión monetaria del valor. El precio de producción en cambio, son modificaciones de los valores. Los precios de producción se derivan de los valores de acuerdo con ciertas reglas generales, las desviaciones no son arbitrarias ni carecen de explicación. Para negar a Boehm-Bawerk, la teoría del precio de producción no contradice la teoría del valor, la primera es parte de la segunda.

Precio de monopolio
El precio de monopolio está marcado por el anhelo de adquirir de los compradores y su solvencia, independientemente del precio marcado por los costes de producción y el valor del producto. En estos casos, tanto el precio como la calidad producida son distintos de la existente en régimen de competencia.
Por último, hay que subrayar que el monopolio perturba las relaciones de valor cuantitativo pero no las de valor cualitativo. Esto ocurre porque ni los valores de cambio, la representación de una porción de tiempo empleado ni la conmensurabilidad de la mercancía se ven afectados por los elementos que perturba el mercado monopolista. Bajo condiciones de monopolio podemos seguir midiendo y comparando mercancías y conjuntos de mercancías en términos de unidades de tiempo de trabajo, a pesar de que las unidades de medida cuantitativas han dejado de ser válidas.

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